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Pastelería Formentor

La historia

Formentor es una empresa familiar

Somos los hijos de Cayetano Forteza Coll y de Josefa Ramos Correa.

Medidados del siglo pasado

Nuestros padres emprendieron la aventura de abrir en Madrid un genuino “forn mallorquín”, trasladando el buen hacer de su padre, Antonio Forteza Piña, dueño y artesano del Forn de Santa Eulalia en Palma de Mallorca, a la capital.

A este horno le antecedían el Forn de Santo Cristo, el Forn de ses Llevres y otros más que se pierden en el tiempo y la memoria.

En 1956

Sin apenas recursos económicos consiguen abrir Formentor en el año 1956, en el Barrio de Salamanca.

La cálida acogida por parte de los madrileños y el éxito de las ensaimadas no se hizo esperar. En poco tiempo se hicieron famosas.

Pero la suerte no es del todo fortuita, nuestro padre -fallecido en 1987- era un gran especialista levaduro, ensaimadero y había convencido a varios maestros de las islas para trabajar a su lado.

De esa forma, se aseguró de que ese saber hacer permaneciera intacto y llegara a manos de nuestro equipo actual, que es el encargado de  custodiarlo con mimo para generaciones futuras.

La meticulosa elección de materias primas continúa siendo pieza clave en la elaboración artesana de las ensaimadas y de otros productos, el vehículo que nos permite ofrecer, precisamente, lo mejor de nosotros.

Todo esto sin descuidar la innovación, que nos exige estar en constante formación, junto a algunos de los mejores reposteros españoles (no podemos dejar de citar a la familia Pomar, a Francesc Pomar y Ca’n Pomar, referencia ineludible en Mallorca), y dar cabida a jóvenes, cuya energía y talento nos hacen mejorar a todos introduciendo nuevas líneas de productos.

Una curiosidad: aunque no motivó la adopción del nombre, fue un pariente nuestro el ingeniero que construyó la carretera que lleva al faro de Formentor, en Pollença, una vía bellísima que se retuerce sin cesar sobre sí misma, que se enrosca vertiginosamente a la montaña.

Parece que tal vez sea una característica familiar el hecho de darle vueltas a las cosas. Como una ensaimada…

Pero falta una parte esencial de la historia: nuestro más cariñoso, íntimo homenaje y enorme agradecimiento a nuestra madre, Josefa Ramos, incansable luchadora.

Abandonó una o más bien varias prometedoras carreras (licenciada profesora mercantil, estudios de solfeo, violín, de idiomas, y ¡sorpresa!: extraordinaria actriz de teatro, como muestran las críticas periodísticas de la época) para, junto a su marido, conseguir colmar sus ilusiones y las de muchos otros: ayudar a conservar, con todo su cariño, una de las mejores tradiciones gastronómica y culturales de Mallorca, todo un símbolo de su tierra, en Madrid .

Y por último no podemos dejar de agradecer a todos lo que han participado en nuestra historia, creando sus propios recuerdos junto a los nuestros. El cariño que hemos recibido por su parte es valiosísimo para nosotros.

Gracias a todos nuestros clientes y amigos.

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